Lo que -gracias, Señor- no nos perdimos (Antonio Lozano)

Análisis



¿Qué habría perdido la literatura si el monstruo de la dictadura uruguaya hubiera devorado a Cristina Peri Rossi, si en un giro digno de un relato de terror no hubiera llegado a sus oídos que su vida peligraba y no se hubiera apresurado a hacer las maletas con destino a Barcelona? Una autora de una polivalencia asombrosa, capaz de saltar de género -del poema al cuento, de aquí a la novela, ahora unas memorias, siguiente parada...- como quien completa un pentatlón sin despeinarse y vertiendo libremente componentes y estilos de unos en otros. Una escritora que, sin olvidar jamás la fractura incurable del exilio, se las ingenió para hallar en el humor y la ironía una coraza o un asidero perenne con el que evitar caer en los abismos de la conmiseración o la parálisis. Una creadora que ha tenido en el amor -en el esfuerzo por reavivar su calor y su recuerdo, en su intento vano por descifrarlo o domarlo- una brújula fiel (y que simples y evocadores títulos, como 'Todo lo que no te pude decir', 'El amor es una droga dura' o 'Los amores equivocados', nos avanzaban que los trayectos iban a ser, cuando menos, para abrocharse bien el cinturón). Una mujer muy interesada en pensar en la mujer, la mujer en la intimidad, en la sociedad, en la historia, y así mostrarla sin tapujos y llamarla a rebelarse y a disfrutar y a no boicotearse. Una mente amplia de miras, socarrona, consciente de la necesidad de explorar y hablar y cuestionarse todo, por ello su visión desenfadada y natural de la sexualidad, por ello su énfasis en poner el foco en los aspectos menos complacientes de las relaciones humanas, por ello su arrojo al titular uno de sus poemarios -cerca de cumplir los 70 años- 'Playstation' e invitarnos a cambios de escenario tan radicales y a emociones tan diversas que condensan su mirada panóptica, de diosa capaz de risas y llantos estridentes, de enternecerse y de horrorizarse, asistiendo a la ridiculez y la gloria que nos definen. Habríamos perdido, y sólo por esto ya valdría agradecer su suerte, a quien escribió "Líbranos, Señor, / de encontrarnos, / años después / con nuestros grandes amores" ('Oración').

(La Vanguardia, 11/11/21)